Hubo una época en la que ver una serie significaba esperar pacientemente una semana entera para ver el siguiente capítulo. Y si te perdías uno… bueno, o rezabas por que lo repitieran o te enterabas por el resumen que hacía tu vecina al día siguiente.
Pero ese mundo ya no existe. Hoy estamos en la era dorada del sofá, la manta y el «solo un capítulo más» (que ya sabemos en qué acaba: cuatro episodios y las ojeras del día siguiente). Lo del boom de las series se nos está yendo de las manos.
Las plataformas de streaming han cambiado por completo la forma en la que consumimos contenido. Ahora las temporadas enteras se lanzan de golpe, los spoilers acechan a la vuelta de cada scroll y hasta nos sentimos en la obligación de ver las series de moda “porque todo el mundo habla de ellas”. Da igual si tienes que levantarte temprano o si tu perro quiere salir a pasear: cuando el cliffhanger te atrapa, estás perdido.
¿Eres de los que duda si ver película o serie por las noches? O directamente ya tienes tu lista de series que necesitas ver sí o sí. En cualquier caso, este post va para ti.
El boom de las series: del zapping al maratón sin culpa
Llamarlo «auge» se queda corto. Es un auténtico fenómeno social, cultural y emocional. El boom de las series ha llegado para quedarse, y lo ha hecho por la puerta grande, con presupuestos de película, guiones adictivos y tramas que te atrapan desde el minuto uno. ¿Te suena lo de «voy a ver solo el primer episodio»? Exacto. Mentira.
El catálogo es tan extenso que podrías pasarte más tiempo decidiendo qué ver que viendo algo. Hay series de todo tipo: históricas, distópicas, románticas, absurdas, trágicas, musicales, coreanas, suecas, de zombis con sentimientos o dramas familiares donde todo el mundo grita. Y lo peor (o mejor) es que todas parecen buenísimas. A veces da miedo meterse en una nueva por si te engancha tanto que acabas aprendiendo los nombres de los personajes mejor que los de tus propios primos.
Además, se ha convertido en un nuevo idioma social. Las conversaciones ya no empiezan con «¿cómo estás?», sino con «¿has visto tal serie?». Si no la has visto, te sientes fuera del grupo. Y si la viste, ya tienes material para debatir media tarde. Lo que antes era un pasatiempo tranquilo, ahora es casi una obligación cultural.
Así que sí, el boom de las series nos ha pillado por sorpresa y nos ha robado el corazón, el sueño y alguna que otra hora de productividad. Pero, entre nosotros, qué bonito es vivir una época en la que las buenas historias están a solo un clic de distancia.